viernes, 23 de mayo de 2014

Ni santo ni masón ni delincuente. Gardel era un hombre que creía en Dios



Si bien la vida de Carlos Gardel nada tuvo que ver con la santidad, la formación religiosa que recibió en su infancia forjó en él principios indelebles y marcó a fuego su conducta. 

Su primer acercamiento a la fe cristiana fue involuntario –como sucede con todos los niños de hogares católicos-, ya que recibió las aguas bautismales a pocas horas de nacido, en la capilla del Hospital Saint-Joseph de la Grave, en Toulouse (Francia).

 

Radicado con su madre, Doña Marie-Berthe Gardes, en Buenos Aires desde 1893 en una casa de inquilinato sita en Uruguay 162, en 1897 "el francesito" comenzó sus estudios primarios mientras su infancia se desarrollaba como la de tantos hijos de inmigrantes.

Según relatara Doña Berta en 1900 viajó a Francia para que su pequeño hijo tomara la Primera Comunión en una aldea vecina a Toulouse que el cronista de “La Canción Moderna” de 1936 escribió “Laubade”[1]. Este viaje, del cual no se han hallado constancias, es apoyado por dos hechos:

1°) La interrupción de la asistencia a clases durante el año 1900 del pequeño Carlos (aunque coinciden otros motivos inherentes al funcionamiento de los establecimientos y planes educativos)

2°) Retomada su escolaridad, el 3 de noviembre de 1901 recibió la Confirmación[2], que no habría sido posible sin la comunión previa. 

Es en el colegio salesiano Pío IX donde adquirió la disciplina -determinante en su carrera artística- y tres características fundamentales: alegría, generosidad y pulcritud en el vestir, ya que Don Bosco sostenía que “el aseo y el orden exterior indican la limpieza y la pureza del alma”[3]

Mientras estas semillas germinaban en su interior, el adolescente que todavía no era Gardel sino Gardes llevaba una vida como la de cualquier muchacho de entonces. Carente de una figura paterna que lo aconsejara y pusiera límites en el momento adecuado, amante de las guitarreadas con amigos,  curioso y andariego,  ansioso por conocer el mundo dio a Doña Berta no pocos dolores de cabeza en su afán de independencia.

“Como perro suelto de la cadena”, describe un antiguo refrán popular la rebeldía que lo impulsó a fugarse de su hogar. Libre de la rigidez horaria del colegio podría dormir hasta el mediodía, comer a deshora, entrar y salir sin dar cuentas a nadie, ni siquiera a su madre cuyos consejos lo agobiarían, como a todo muchacho que quiere ser hombre.  

En 1912 se iniciaba su vida pública. Gardes comenzaba a ser Gardel y a mostrar a su creciente público la calidad humana que subyacía detrás de su arte.

Refiriéndose a estos años de aventura, José Razzano contó que cuando llegaban a una ciudad uno de los primeros lugares que visitaban era la iglesia [4] y años más tarde un amigo suyo escribió: “Recuerdo también lo que don Pepe[5] me contó sobre el espíritu religioso de Gardel que cuando se iba a dormir él observaba, ya que dormían en la misma pieza, que Carlitos tenía un alfiler de gancho en la camiseta lleno de medallitas. Durante la gira, como se levantaban tarde a la mañana –claro, se acostaban tarde a la noche- cuando salían a caminar por la plaza del pueblo, cerca de la iglesia siempre se encontraban con alguna monjita. Carlitos le pedía una medallita –antes las hermanitas le daban a cualquiera cuando les pedían alguna-, se la prendía en el alfiler de gancho y se lo sujetaba en la ropa”[6].  Años más tarde, cuando Armando Defino viajó a Medellín para repatriar los restos y equipajes de la malograda comitiva artística, declaró a la prensa que  “En una pequeña bolsita de seda blanca hay más de cien medallas…”[7], entre las pertenencias de Gardel.

Muy elocuente es la carta a Isabel del Valle de agosto de 1927: “He recibido tu cartita en la cual veo que te has restablecido y que te encuentras bien, eso es, por las oraciones que rezo por vos que te componen enseguida”[8]. Así expresado en una carta íntima a su novia -con quien convivió durante no pocos meses- no deja margen a dudas de que aquellas enseñanzas escolares habían echado raíces.

Otro testimonio que muestra la “conexión” con Dios que tenía nuestro Cantor es el de Francisco Flores del Campo, actor chileno que interpreta el rol de “Daniel” en “El día que me quieras”, quien recordando su etapa vinculada a Gardel (Nueva York, 1935), dijo: “Los domingos lo veía en misa de 12 en la Catedral de San Patricio, en la Quinta Avenida: Llegaba y se iba solo”[9]. Aunque en otro marco –ya que se refiere a un hecho aislado y en circunstancias especiales-, Mario Battistella también recordó la asistencia de Gardel a una misa –o más concretamente a un Te Deum-,  en Italia[10] donde nuestro Cantor entonó las estrofas del Himno Nacional Argentino, con motivo de la celebración patria.


Junto a Luis Gaspar Pierotti, luego de visitar la Basílica de San Pedro, en el Vaticano

De las innumerables anécdotas que muestran el “don de gente” de Gardel, sus principios éticos y morales, su solidaridad y su hombría de bien, he seleccionado la más objetiva: la opinión de un sacerdote que no resultó beneficiado con ningún obsequio ni “gauchada”, sino que evaluó los consejos que el Cantor daba al adolescente que ayudaba a Doña Berta en los quehaceres domésticos. Huérfano de padre, muy creyente y practicante católico, Dante Gallo recordó:
 “Yo casi todos los domingos por la tarde iba al cine, cuya proyección se efectuaba en la sala de actos de la iglesita (…) El Padre Fourcade hacía de boletero, acomodador, operador, etcétera.
Yo sacaba la entrada con una de las chanchas[11] que me había dado Carlos Gardel; la entrada costaba 10 centavos, y al Padre Fourcade le decía:
-Deme el vuelto de esta chancha que la gané con la madre de Gadel, por los mandados que le hice; y su hijo don Carlos, además que me unta con estas chanchas me sabe dar buenos consejos como me los sabe dar usted, Padre: (…) 
Che, pibe… No salgás de noche. Es malo perder la noche por ahí. No vayas al café a jugar al billar ni a perder el tiempo con muchachones, que la amistad de ellos no te conviene… Nunca vayas a tu casa muy tarde… Hacele compañía a tu mamá. (…) Pibe… ojo, por favor, no te vayás a meter de contrabando en un prostíbulo, las mujeres de la vida están terriblemente enfermas… Por favor, cuídate, te podés contagiar… No le vayas a dar un tremendo disgusto a tu mamá
(…)
Al Padre Fourcade yo le contaba de todas las recomendaciones que me hacía don Carlos y el Padre me escuchaba con los ojos bien abiertos y con oídos bien atentos sobre lo que le decía. Y después de una pausa, me contestó:
-Sí, ya sé y tengo referencias que Carlos Gardel es una niña en sus procederes, tengo muy buenas referencias de ello (…) Merece una linda sotana por los cristianos consejos que te da a vos, purrete.
-Eso no es nada, Padre –le continué diciendo-, si usted viera y escuchara el trato cariñoso que le da a su mamá, doña Berta. A mí, Padre, don Carlos me tiene a pura recomendaciones y consejos sanos: ‘Ojo, pibe Dante, pórtate bien’. Además es muy generoso conmigo.
(…)
Nunca me olvidaré la cara que puso doña Berta cuando le conté las ponderaciones que el Padre Fourcade había hecho de su hijo Carlos. La noté sumamente contenta que un sacerdote tuviera conocimiento de las imponderables virtudes de su hijo

Es posible que los diálogos hayan sido recreados luego de tantos años, pero no los conceptos básicos allí vertidos. Los recuerdos continúan con las bromas que Celedonio Flores hizo al imaginar a Gardel de sotana y el malestar de nuestro cantor:

-Está cabrero con vos porque no quiere que lo ensalces por ahí… que cuentes cosas de él, ponerándolo. Me dijo que si es bueno con vos, será porque te lo merecés y nada más.
(…)
Y en efecto, se dio la advertencia del Negro Flores. Una mañana muy tempranito llegué a la casa de don Carlos, y como tiro se incorporó de la cama, y asomándose desde la puerta de su dormitorio, me dijo:
-‘Pibe Dante, venga que tengo que hablarle…
(…) Entro a su dormitorio y me dijo, muy enojado:
-‘Dígame, jovencito… qué anda contando de mí, usted, por ahí, como soy yo. Hasta a mamita la he tenido que retar porque me ha venido con aquello de que por mi manera de ser, soy candidato para usar sotana’ [12]

A esta anécdota podrían sumarse miles de la misma índole, donde no media ningún regalo ni ningún beneficio inmediato sino la manifestación de un Gardel íntimo y cotidiano que todos hubiésemos querido conocer.
Ni masón ni delincuente. Un hombre de sólidos principios éticos y morales que creía en Dios y andaba por la vida con una honestidad y una rectitud que ni las noches parisinas ni los domingos hípicos ni las amistades “non-sanctas” pudieron mellar, un ser humano que acostumbraba “devolver gentilezas por sinvergüenzadas[13], sintetizando en esta frase todas las enseñanzas del Evangelio que conservaba y practicaba desde su infancia



Ana Turón
Azul, mayo 18 de 2014





[1] “La Canción Moderna – Radiolandia” 1936. Ha sido imposible hallar en mapas esta aldea, por cuanto existe la posibilidad de que el periodista haya incurrido en un error al volcar al papel las palabras de Doña Berta.
[2] ABALLE, Guadalupe. “Algo más sobre Gardel”. Ed. Corregidor, 2004.
[3] ABALLE, Guadalupe, op cit.
[4] Testimonio recogido por parte de la autora de labrios del coleccionista Ángel Olivieri en 1985.
[5] Razzano
[6] OLIVIERI, Ángel. “Historias de Tango” volumen dedicado al Dúo Gardel-Razzano. 2da edición. Ed. AqL. Bs. As., 2008
[7] ANTENA, 15 de febrero de 1936
[8] HERMÁNDEZ, Anastasio. “Vida y Obra de Carlos Gardel”. Ed. Del autor. Córdoba, 1996
[9] AA.VV. “Carlos Gardel. Tango que me hiciste bien”. Ed. Andrés Bello. Santiago de chile, 1985
[10] LE PERA, José – BATTISTELLA Mario. “Carlos Gardel. Su vida artística y anecdótica”. Bs. As. Semec, 1937
[11] Monedas de veinte centavos
[12] GALLO, Dante. “Así conocí a Carlos Gardel y a Celedonio Esteban Flores (Cele). Yo era un adolescente de quince años”. Ed. Baraga. Bs. As., 1986
[13] DEFINO, Armando. “Carlos Gardel. La Verdad de una Vida”. Cia. Fabril Editora. Bs. As., 1968


martes, 20 de mayo de 2014

El "Padre Desconocido" de Carlos Gardel

Su imagen siempre sonriente, sus triunfos artísticos, su prosperidad económica hacen suponer que Gardel lo tuvo todo, pero el “padre desconocido” de su Partida de Nacimiento seguramente produjo íntimos sinsabores.
Como obedeciendo a un presagio o cumpliendo una condena, aquella sentencia se convirtió en dolorosa realidad.

  
"El onceavo día del mes de diciembre del año mil ochocientos noventa, a las dos horas de la noche, NACIMIENTO de Charles Romuald Gardes, nacido hoy a las dos horas de la madrugada, en el Hospital de La Grave, hijo de padre desconocido y de Berthe Gardes, planchadora nacida en Toulouse y domiciliada en calle Canon d'Arcole N° 4..."

Por su carácter introvertido y los cánones sociales de la época, en contadas oportunidades se refirió a su padre: Al periodista Edmundo Guibourg le confió que se trataba de un francés de apellido Lasserre, “con doble ese y doble erre”  que luego de finalizada la Primera Guerra Mundial había viajado a Buenos Aires con intenciones de enmendar su error, pero él no quiso conocerlo alegando que “cuando lo necesitamos no lo tuvimos”.
Estos recuerdos de Guibourg son coincidentes en un todo con los referidos por Armando Defino y Adela Blasco, matrimonio estrechamente vinculado a Carlos Gardel y a su señora madre.
Doña Berta –a quien nadie en su sano juicio podría discutirle este asunto-, atribuyó la paternidad de su hijo a Paul Lasserre, aunque reemplazándole el apellido por “Gardes” para evitar preguntas que sólo la llevarían a recordar difíciles momentos de su juventud.
Esta referencia tuvo lugar en 1936, durante un reportaje para la revista “Radiolandia”.
 

El retrato de Paul Lasserre (1866-1921) que Doña Berta conservaba en una pared de su casa de Jean Jaures 735, en 1936. 
Para no confesarse madre soltera, se decía "viuda de Gardes", atribuyéndole este apellido al padre de su hijo.

No hay indicio alguno que permita suponer que Gardel lo haya visto siquiera. No obstante, Doña Berta conservó su retrato hasta sus últimos días, hecho que muestra sus profundos y nobles sentimientos.
El entorno íntimo conocía pormenores de la historia y los transmitieron a periodistas e investigadores. Isabel del Valle -la novia oficial de Gardel-  lo ha referido en reportajes televisivos.

En los años '70  la revista "Gente" envió a Toulouse a Eduardo San Pedro y "Pepe" Fernández para una investigación periodística. 
 

A raíz de este aviso se contactaron con la Sra. Elise Ramieres, viuda de un primo segundo de Gardel.

 

Años más tarde se sabrá que Paul Lasserre no era viajante de comercio ni estaba casado cuando nació Gardel.

Para 1975 ya se sabía de Paul Lasserre y la reacción de Gardel ante su visita pero no pasaba de un hecho anecdótico. Su figura no despertaba sino indiferencia en los admiradores del Cantor que reprobaban su conducta cobarde e irresponsable.
Prueba de ello es que las búsquedas realizadas por el periodista de "Gente" en Toulouse no incluyeron a ningún Lasserre.

Recién en 1995 se conocieron las primeras investigaciones, fruto de más de una década de búsquedas por parte de la socióloga argentina Martha Báez:


 

 

Tres páginas de la revista "La Maga" con información muy valiosa y hasta entonces desconocida fueron el puntapié inicial para sucesivas investigaciones.


A partir de entonces muchos se hicieron eco del tema y realizaron nuevos trabajos. 
En "Por Siempre Carlos Gardel" (1973), Augusto Fernández ya había mencionado la paternidad de Paul Lasserre señalando que era "información confidencial proporcionada por un allegado de Armando Defino (quien, fuera de toda duda, conocía la identidad del padre del Cantor)".
En la reedición de 1996 agrega una página firmada por Carlos Mutto (desde Toulouse, Francia), bajo el título
“Fanny Laserre revela su secreto: Yo soy la hermana de Carlos Gardel”

Hasta hace unos meses, Fanny Laserre de Gelos (76) vivía apaciblemente en un elegante barrio de la ciudad de Toulouse. Sin embargo, esa apacible vida sufrió un cambio radical cuando aceptó revelar el secreto que conservaba celosamente desde su infancia: ‘Carlos Gardel era mi medio hermano’, confesó sin medir las consecuencias. Pocos días después de publicarse la noticia en ‘La depeche du Midi’ –el diario de Toulouse-, decenas de periodistas se agolpaban en la puerta de la casa de Fanny, las cámaras de televisión invadían su intimidad y las radios de Buenos Aires la asediaban pidiéndole entrevistas. ‘Si hubiera sabido lo que me esperaba, me habría guardado el secreto’, dice hoy cuando alguien le recuerda el tema.
-¿Por qué no reveló su parentesco con Gardel antes?
- Porque pertenezco a una familia en la que se consideraba inconveniente hablar de temas como el de las relaciones extraconyugales que había mantenido mi padre antes de conocer a mi madre. De una de esas relaciones nació mi medio hermano, Carlos Gardel.
-¿Y por qué decidió hacerlo ahora?
-Porque mi hijo Raymond me convenció de que lo hiciera. Yo le revelé a él la verdad en 1990 y, desde entonces, él no se cansó de repetirme que era mi deber revelar este secreto. Él sabía cuál era la importancia de Gardel en la Argentina porque Raymond viajaba a allí con frecuencia. ‘No sabés cuánto te lo van a agradecer los argentinos’, me decía. Sin embargo, yo me rehusaba a hablar. En 1993 mi hijo falleció y empecé a pensar que, en homenaje a su memoria, tenía que dar a conocer esa información. Su hija, Julie, me pidió varias veces que así lo hiciera. Mi familia decía que yo tenía un hermano mayor. Yo oía hablar de él con frecuencia. Sin embargo, recién lo conocí cuando tenía ocho o nueve años, durante un verano que pasé con mi familia en casa de mi madrina, en Niza. Un día participé de una gran comida que ella había organizado y allí lo conocí. ‘Este señor es tu hermano, me dijo mamá, es un cantante célebre que vive en la Argentina’. Carlos visitaba a su familia paterna cada vez que venía a Francia.
-¿Y qué recuerdo tiene de ese encuentro?
-Conservo imágenes muy vagas. Sólo recuerdo que a la tarde salió a dar una vuelta por el ‘Paseo de los Ingleses’ en un suntuoso automóvil Hispano que causaba sensación. Lo que sí conservo de ese encuentro es una sensación de gran frustración.
-¿Por qué?
-Porque yo siempre quise tener un hermano, y él era como yo había soñado: amable, sonriente de un gran charme. Yo esperaba que se quedara con nosotros.
-¿Y no intentó continuar esa incipiente relación?
-Nunca. Mi madre nunca quiso tener una relación con Carlos porque entendía que él representaba un aspecto ‘vergonzoso’ de la vida de mi padre.
-¿Conserva algún documento que pruebe su vínculo familiar con Gardel?
-Sólo mi partida de nacimiento, donde consta que la identidad de mi padre coincide con la de Carlos Gardel. Sin embargo, no hay nada que pruebe que Carlos era hijo de mi padre, ya que él nunca lo reconoció.
-¿Usted sabe que hay mucha gente que no le cree?
-¿Quién? ¿Por qué mentiría? ¿Qué ganaría con inventar esta historia? Si tomé la decisión de hablar es porque mi hijo me lo pidió”.

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Aunque con diferentes títulos, se trata del mismo trabajo. Augusto Fernández perteneció a la generación de investigadores que tuvo acceso a los protagonistas de la historia.

Fanny había nacido el 19 de diciembre de 1919, por cuanto sus “ocho o nueve años” nos remiten a fines de 1928. Precisamente en octubre de ese año Gardel debutó en Paris y se presentó en Cannes (distante sólo 34 Km. de Niza) del 8 al 19 de febrero. Su recuerdo puede ubicarse en este período.
Como vemos, ya para entonces Gardel había alcanzado una madurez que le permitió frecuentar a la familia de aquel hombre que no había querido conocer unos años antes y con quien ya no podría intercambiar ni un reproche ni un perdón.
Nunca sabremos qué sintió en esas circunstancias, pero el acercamiento que relata Fanny demuestra que nuestro Cantor no guardaba rencor alguno.

Esta era toda la información que se conocía sobre Lasserre cuando comenzamos a transitar el Siglo XXI. 
Entonces, la Asociación Gardeliana de Toulouse, acompañada por Juan Carlos Esteban desde Buenos Aires, continuaría el camino iniciado por Martha Baez. Recientemente, en su ultimo trabajo, Georges Galopa nos mostraría que Paul Lasserre no habría enorgullecido en absoluto a nuestro Cantor. 




Pero ésa es otra historia.

En ésta, sólo quise mostrar cómo el "padre desconocido" de 1890 fue años más tarde desconocido por su hijo.
Lecciones que da la vida...

Ana Turón

Azul, mayo 12 de 2014

lunes, 12 de mayo de 2014

Cédula de 1920: Admiten falsedad del "documento encontrado"

(Publicado en www.quienesgardel.com.ar)

Inevitablemente, todo este tema de la cédula de Gardel de 1920, que, según se afirmaba, probaba definitivamente su origen uruguayo, resultó ser lo que supimos desde un principio: una nueva falsedad.

Se trata de un documento que fue confeccionado “ad-hoc”, como una creación entre fantástica y artística, no sabemos bien con qué propósito.

Todo esto está perfectamente explicado en la nota que reproducimos de Sergio Peluso, heredero con su madre y su hermano de la extraordinaria colección de Hamlet Peluso, nuestro querido amigo y vicepresidente del CEG. En esta colección se encuentra la verdadera cédula de identidad de Carlos Gardel de 1920, cuyo contenido difiere de la apócrifa.

Reproducimos también la nota del diario EL PAIS que reproduce los dichos de la Fundación de Industrias Culturales, de inusitado interés, por su explícito contenido.

Hay que prestar especial atención a los avances técnicos que se mencionan que permitirían, según se afirma, lograr facsímiles de documentos antiguos. No sería de extrañar que aparezcan, de ahora en más, bizarros documentos sobre Gardel, pretendiendo cambiar, desde la tecnología, lo que no se logró desde la historia auténtica.
El mérito de haber desentrañado estas maquinaciones, corresponde a Ana Turón que hiciera la investigación originaria, a Sergio Peluso, su familia y al asesoramiento del Dr. Norberto Ignacio Regueira.

La crónica del diario EL PAIS se corresponde, con la entrevista realizada ad hoc.

Esta cédula-la falsa- fue donada al llamado Museo Carlos Gardel de Tacuarembó (ROU), y creemos que allí se exhibe. Habrá acciones al respecto.

A continuación reproducimos la comunicación de la Familia Peluso y la nota del diario “El País”, en la que se reproducen los dichos de Industrias Culturales Argentinas.

COMUNICADO DE SERGIO PELUSO.

Bs.As. 1 de Mayo del 2014

Por la presente dejamos constancia que el día 3 de Abril del 2014
…. estuvimos en Diario El País Montevideo Uruguay donde nos recibió el Sr. José Luis Aguiar jefe de redacción y aclaramos el tema sobre documento apócrifo expuesto en Museo Carlos Gardel de Tacuarembó donde se aclara que es una FALSIFICACION de la COLECCION HAMLET PELUSO generada por Industrias Culturales Argentinas.

NOTA DIARIO EL PAIS.

Tacuarembó: Se exhibe en el museo dedicado al "Mago"

Afirman que la cédula de Carlos Gardel es "apócrifa"

El heredero argentino de una notable colección de documentos sobre Carlos Gardel, asegura que la Cédula de Identidad del cantante, que se exhibe en Tacuarembó, es una simulación realizada mediante una novedosa técnica de impresión.

J. L. AGUIAR11 abr 2014

El argentino Sergio Daniel Peluso, quien junto con su hermano Carlos Hernán heredó la exuberante colección paterna de Hamlet Peluso -que contiene documentación nunca exhibida de Carlos Gardel-, sostuvo a El País que la Cédula de Identidad de 1920 que se expone hoy en el museo del cantante en Tacuarembó es "apócrifa".

Peluso se presentó en la Redacción de El País con una carta de la Fundación Industrias Culturales Argentinas, en la que su titular reconoce haber producido "con un criterio artístico" la pieza que fue entregada al museo uruguayo.

"Compraron unas fotos por internet y armaron un facsímil montándolo con una tapa roja característica de los documentos argentinos de la época, que ni siquiera pertenece a Gardel", señaló Peluso, con enojo, y añadió que "los herederos de la colección de Hamlet Peluso somos los únicos titulares del documento original".

Lamentó no traer consigo la cédula original, "porque no estamos autorizados a sacarla del país", dijo.

En la carta de la Fundación de Industrias Culturales Argentinas, firmada por su presidente, Walter Santoro, se indica que el facsímil de la Cédula de Identidad tramitada por Carlos Gardel el día 4 de noviembre de 1920 (en Argentina) "es una réplica obtenida a partir de diversas fotografías (...) que fueran comercializadas a través de internet".

"Las fotografías del documento fueron insertadas en un soporte, con un criterio artístico a semejanza de los documentos de aquella época".

Santoro fue quien entregó el facsímil a la investigadora gardeliana Martína Iñíguez, quien a su vez lo donó al museo de Tacuarembó.

Walter Santoro confirmó a El País los términos de la carta pero indicó que "no hubo ningún intento de engaño", ya que desde un principio el documento fue presentado como "un facsímil". Precisó que los datos que aporta el documento -en el que Gardel admite haber nacido en Tacuarembó, en 1887- son "auténticos".

El facsímil fue realizado "mediante la técnica de Indigrafía", una patente intelectual registrada en Argentina. Santoro explicó que esa técnica "permite realizar reproducciones de altísima calidad, idénticas a un documento original", y a diferencia de los facsímiles tradicionales, "estas copias no son planas, sino que tienen volumen".

El País habló también con Carlos Arezo Posada, titular de la Fundación Carlos Gardel y director general de Cultura de la Intendencia de Tacuarembó, quien mostró cierta sorpresa ante la denuncia de Peluso y sugirió que la persona indicada para responder era el propio Santoro.


CENTRO DE ESTUDIOS GARDELIANOS (CEG)